En ocasiones no necesitas viajar al fin del mundo para obtener respuestas. En ocasiones -si tienes suerte- podrías descubrir que las preguntas no estaban bien formuladas. Observas, te observas de verdad y muy detenidamente. Tomas un respiro, te enfrentas contigo, luchas pero es infructuoso. Lo sabes. Te rindes, sueltas, liberas, perdonas (te perdonas), te dejas ir, te permites volver. Y oh sorpresa, encuentras que dentro de ti está todo lo que necesitas: sólo a ti.